Oh! Madre de las maravilhas
que de mil formas te muestras:
cual selva húmeda y bravia,
o como estepas desérticas,
o como arenales candentes,
o como montañas frias.
Todo te está permitido:
tomar las águas del cielo,
hacer los mares que quieras,
torcer a tu gusto los rios,
jugar con haycos y piedras,
y tronar las veces que quieras.
Nada te está prohibido
porque a las mismas montañas
ardientes bocas les pones,
y se la tierra se duerme
le sacudes sus entrañas
y le sopias sus praderas.
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